lunes, 28 de junio de 2010

Mujer da a luz trillizos


Estuvo intentando el método de fecundación artificial en vitro Una mujer india de 66 años ha dado a luz a trillizos, según informaron los responsables del centro de fertilidad que gestionó su embarazo, tras 40 años de matrimonio, nunca pudo conseguir quedar embarazada por lo que decidió intentar la fecundación artificial.
La mujer, Bhateri Devi dio a luz a dos niños y una niña el pasado 29 de mayo en el Centro Nacional de Fertilidad de Hisar, en el estado indio de Haryana (norte), tras someterse a una fecundación in vitro, dijeron a los medios los responsables del centro.
Los recién nacidos
Los voceros del hospital declararon "Según el certificado de nacimiento, emitido por un hospital del Gobierno, Bhateri Devi nació el 21 de mayo de 1944 en el pueblo de Madina. La prueba es auténtica y por lo tanto es la mujer más vieja del mundo que da a luz trillizos", dijo el supervisor del proceso, Anurag Bishnoi.Según Bishnoi, esta sexagenaria nueva madre había pasado muchos meses en tratamiento, y este era su tercer intento de fecundación in vitro.Los trillizos son muy pequeños, al nacer sólo pesaron al nacer 1, 2, 1, 1 y 0, 8 kilos, por lo que se encuentran internados en la unidad de cuidados intensivos.
Madre a los 66 años de edad
El marido de Devi, Deva Singh, de 64 años, se declaró feliz ante su recién estrenada paternidad."Bhateri ha cumplido mi sueño de tener un niño y dar a mi familia un heredero. Ella fue mi primera esposa, y debido a su incapacidad para concebir, me casé otras dos veces, pero tampoco pude tener hijos de mis otras esposas", declaró."Estoy muy feliz y proporcionaré a mis hijos las mejores circunstancias en los próximos años", añadió.En noviembre de 2008, una mujer de 70 años dio a luz a una niña mediante fecundación in vitro en el mismo centro.

martes, 15 de junio de 2010

¿QUIEN QUIERE SER MILLONARIO?

Aca les dejamos un link con el trailer en español : http://www.youtube.com/watch?v=QygldUZhhO8

MWSnap106.jpgPelícula ganadora del Premio de la Academia 2009, dirigida por Danny Boyle ("Trainspotting"), escrita por Simon Beaufoy ("Full Monty") y coproducida por Christian Colson ("The Descent") yFrancois Ivernel ("The Queen"). Su traducción básica es "Perro callejero millonario", pero es más conocida como "Quién quiere ser millonario". Está protagonizada por los actores indios Dev Patel (de la serie "Skins"), Anil Kapoor ("Race"), Saurabh Shukla ("Lage Raho Munna Bhai"), Rajendranath Zutshi ("Lagaan: Once Upon a Time in India") y Freida Pinto, entre otros.

slum01.jpgSe trata de la historia de Jamal Malik (Patel), un muchacho huérfano de 18 años, proveniente de los suburbios de Mumbai quien vive la mayor experiencia de su vida al participar exitosamente en el concurso "Quien quiere ser millonario" de la televisión india (el equivalente de la versión de Don Francisco). Jamil se encuentraba a sólo una pregunta para ganar el gran premio de 20 millones de rupias y el conductor del programa Prem Kumar (Kapoor) no lo podía creer.

slum00.jpgSin embargo, esa noche no alcanza a contestar la última pregunta, pues se acaba el tiempo del show. Entonces, es arrestado por la policía por sospecha de fraude; no se entendía cómo es que un joven de la calle como él había logrado responder aceradamente hasta ese momento. Para probar su inocencia, Jamal comienza a relatar pasajes de su vida al Sargento Srinivas (Shukla), desde que era pequeño y deambulaba en los suburbios de Mumbai junto a su hermano Salim, con experiencias puntuales que lo ayudaron a responder de forma correcta en la TV. En esas historias, aparece en distintos momentos de su vida Latika, la chica de quien siempre ha estado perdidamente enamorado y que incide en su respuesta final.

slum04.jpgUna buena producción, con sorprendente actuación de Patel y de todo el elenco indio en general. Una historia que contiene drama, acción y suspenso, bastante recomendable. El lado negativo, a mi juicio, es que hacia el final, la película va perdiendo en dinamismo y se transforma en un drama latero, hasta cursi por momentos.

VOCACION A LA VIDA


LA VOCACIÓN A LA VIDA: LLAMADA DE DIOS Y RESPUESTA DEL SER HUMANO

Hablar de vocación en nuestros tiempos puede tener diversas connotaciones. Sin embargo, la que hemos de tratar en el presente: es “la vocación como respuesta al proyecto de vida desde el evangelio”. Es decir, la dinámica que se da entre Dios y el ser humano: “llamada” y “respuesta”.
La tradición bíblica nos presenta a un Dios que constantemente se acerca al ser humano. Se comunica y le habla con un lenguaje inteligible para proponerle un proyecto concreto. Esta llamada surge de la iniciativa amorosa del Dios que se revela y se da a conocer. Propone un plan de vida respetando la libertad del ser humano. El hombre y la mujer de nuestros tiempos, son invitados, interpelados a seguir dicho camino, a responder desde su propio contexto, desde su propia realidad. Pero, de nada vale que Dios hable si el ser humano no responde y se hace de oídos sordos. Por tanto, al hombre corresponde la tarea de discernir desde su proceso histórico, los pasos a seguir para responder de forma afirmativa al proyecto que se le ha presentado. Habrá dudas en la mayoría de los casos. ¿Realmente Dios quiere que yo realice esto? ¿Será este el camino al que me llama? ¿Seré feliz? Y, ¿si me llama a otro estado de vida?
Una de las premisas fundamentales dentro del proceso vocacional es la felicidad. Dios llama al ser humano para la felicidad. Esta llamada se da en diversas circunstancias dentro de la vida de quien es llamado por Dios. Sin embargo, a veces esperamos que “baje él mismo a decirnos, mira mi’jo, ven por aquí”... “te quiero aquí”... pero, ¡no! Escapamos las ocasiones en que se nos piden respuestas. No se quiere escuchar porque es algo que me compromete la vida. Aparece como un proyecto demasiado grande, que me da temor. Porque, ¿quién puede saber a qué forma de vida debo dedicarme? Esta es una de las preguntas que aparecen en la inquietud inicial. Es un proyecto, un estilo de vida en el que se quiere dar sentido. Y éste que se da a la vida y a la existencia personal desde el proyecto del evangelio es lo que llamamos “proyecto vocacional”. Se discierne a partir de los diversos contactos con el Dios de Jesucristo que nos marca y nos interpela a caminar según sus pasos. Quizás es la primera llamada que recibimos muchos de nosotros por parte de Dios. Ahora bien, ¿en dónde identifico el lugar al que Dios me quiere llevar? ¿Cómo lo hago? Aunque no desarrollo en este momento dichos interrogantes, los propongo con el fin de “crear un problema vocacional’. Una CRISIS VOCACIONAL: ¿por qué siento que Dios me llama? ¿Qué elementos identifico en mi diario acontecer, desde los cuales identifico la voz de Dios?
La llamada de Dios es en primer lugar a la vida. Es la principal vocación a la que somos llamados. Hemos de edificar la misma desde el evangelio y encaminarla a la tarea del Reino para la felicidad. Dicen algunos que aquello que no te hace feliz no viene de Dios. Y la vocación a la vida es una a la felicidad. Ésta surge a partir de la respuesta dada. Es la respuesta al “ser del mundo sin estar en el mundo” de los evangelios, que se rescata el apóstol Pablo, como resultado de su vocación.
Pero, ésta (vocación a la vida) está inserta en el aquí y ahora de la persona. No refiere al pasado ni al futuro: ¡es en el momento actual! donde con todo el ser, se decide y opta en responder de forma afirmativa a la llamada divina. “Quien quiera guardar su vida la perderá, pero quien la pierda por mi causa y por el Evangelio la salvará”(Mc.8,35). ¿Qué respuestas doy en mi discernimiento de la vocación? ¿A dónde descubro que Dios me llama?
Dentro de este marco de llamada y respuesta hacia la vida podemos distinguir entre muchas: la llamada a la vida sacerdotal o a la vida consagrada, a la vida matrimonial, a la vida en un instituto de vida apostólica, a la vida en el estado laical… Cada una con sus fundamentos propios y su aporte específico al acontecer de la vida de la Iglesia. Cada estado con sus carismas concretos donan de sí, por la llamada divina, a la construcción del Reino, al servicio del pueblo.
Pero, bien, hemos de elevar nuestra oración por las vocaciones sacerdotales y a la vida religiosa. Es un tiempo para orar al Padre que llame trabajadores a su viña. Hombres y mujeres que se constituyan en santidad desde la experiencia de la vida en la que lleguen a explorar la vida interior y exterior desde la unión con Dios. Es decir, que se abran a la posibilidad del Dios que llama con nombre y apellido, para que hable al corazón. Hombres y mujeres capaces de caminar conforme sus proyectos en el ideal de vida al que han sido convocados. Personas fuertes que en las ocasiones en que aparece dicha forma de vida como “imposible”, sean capaces de negarse a sí mismos para continuar en la reafirmación de la respuesta dada. Quizás sintamos desánimo en ocasiones porque, cuando más seguros nos sentíamos en nuestros proyectos, los mismos cambiaron de la noche a la mañana sin que pudiésemos evitarlo. Pero, lo fundamental –esa búsqueda de Dios en la que nos encontramos con nosotros en la experiencia de la comunidad en la que vivimos–. Nos queda, entonces, como tesoro invaluable: la manifestación amorosa de Quien nos invitó a continuar su obra mediante un estilo de vida concreto. Esta tarea exige de nosotros: 1/ una capacidad enorme para el amor; 2/ que dediquemos tiempo para caminar en nuestra experiencia personal de Dios; 3/ que nos concedamos el tiempo para contemplar desde el interior aquellas cosas que llevan a transmitir los frutos de un encuentro personal con Dios.
En el mundo actual, consecuencia de las diversas corrientes ideológicas que intentan dar al hombre definiciones en su entorno social, puede sonar contradictorio: compromiso y libertad. Son entendidos en forma opuesta. Pero, en la medida que el compromiso surge como la respuesta sincera y libre a la llamada divina, la libertad se torna en júbilo para decir: ¡Bueno, creo que Dios me llama a este proyecto vocacional y quiero vivir esa aventura! Claro, requiere también la misma libertad para decir: ¡Mira, he descubierto que Dios me llama a otro estilo de vida! Y, cuando por medio de la oración y el acompañamiento me abro a la experiencia del Dios que obra y se manifiesta en mi ser me aventuro a la loca alegría de responder a la llamada que Dios me ha hecho;¡plenamente feliz! ¡Recuerden la importancia de la felicidad en este proyecto! Y aún más, el discernimiento de la voluntad de Dios. No somos nosotros quienes elegimos un proyecto de vida; es el mismo Dios quien nos lo propone y nos va asistiendo en la búsqueda y desarrollo del mismo.
Ven y verás es la invitación que hace Jesús en los Evangelios. Ven a experimentar nuestro género de vida en las diversas formas. Ven a conocernos; a descubrir las riquezas que Dios ha suscitado al servicio del pueblo. Pero, has de tener un espíritu de apertura y riesgo. Estar en la disposición de dejarte herir. De hacerte vulnerable, permitiendo que Dios hable y despierte en tu ser una respuesta. Debes estar en la disposición de conocer e intuir si en tu forma personal de ser y comprender la vida puedes encajar en el proyecto al que te sientes llamado. Te digo, ¡no es fácil!, pero es una riqueza dentro de la vida de la Iglesia al servicio de la palabra y la verdad revelada en Jesucristo. Ven y verás... Descubre la llamada que Dios te hace...

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Joseph Ratzinger:

Nació en Marktl am Inn, Baviera el 16 de abril de 1927, a las 8:30, en la dirección Schulstraße 11, la casa de sus padres. Fue bautizado el mismo día que nació que además era un sábado de Gloria en la diócesis de Passau. Es el tercero y más joven de los hijos del Sr. Joseph Ratzinger (n. 6 de marzo de 1877, † 25 de agosto de 1959), un oficial de policía, y de María Ratzinger (n. 7 enero de 1884, † 16 diciembre de 1963, nacida Peinter). Su familia materna es originaria de Rio di Pusteria (Mühlbach), en el Alto Adigio.

Su hermano Georg Ratzinger (nacido en 1923), también sacerdote, aún vive. Su hermana Maria Ratzinger, quien nunca se casó, administró la casa del cardenal Ratzinger hasta su muerte en 1991. A la edad de cinco años, Ratzinger estaba con un grupo de niños que dieron la bienvenida al visitante cardenal arzobispo de Munich con flores. Impresionado por la vestimenta del cardenal, más tarde anunció que quería llegar a ese cargo.

Dos años después de su nacimiento, el 11 de julio de 1929, su familia se mudó a Tittmoning y el 5 de diciembre de 1932 se mudó nuevamente, esta vez a Aschau am Inn y fue aquí que Joseph vivió su tiempo escolar, en la década de los 30, después del fortalecimiento del nacionalsocialismo. El padre de Joseph compró una pequeña casa de campo en Hufschlag en Traunstein; este lugar es recordado por Ratzinger como "el verdadero hogar" de su familia.

El padre de Joseph, debido a su trabajo en la gendarmería, debía ser muy flexible en cuanto a su ubicación. A pesar de que sus padres tenían algunas cargas económicas, lo enviaron al seminario de San Miguel, donde se desempeñó como un estudiante dedicado.

Hasta 1939 ningún seminarista había entrado en las Juventudes Hitlerianas. Pero el régimen exigió a partir de marzo la afiliación obligatoria. Hasta octubre, la dirección del Seminario se negó, pero luego no pudo impedir el inscribirlos. Así le sucedió también a Joseph Ratzinger, a sus 14 años.[6] Un testigo relata (según el Frankfurter Allgemeine Zeitung) que los seminaristas eran una "provocación" para los nazis: se les consideraba sospechosos de estar en contra del régimen.[7] En un escrito del Ministerio de Educación se lee que la pertenencia obligatoria a las Juventudes Hitlerianas "no garantiza que los seminaristas realmente se hayan incorporado a la comunidad nacionalsocialista de los pueblos".[8]

A los 16 años, fue llamado a filas, como tantos jóvenes de las Juventudes hitlerianas que al final de la guerra fueron militarizados (los llamados Flakhelfer: ayudantes de artillería antiaérea)[9] y se le destinó a la protección de la fábrica de BMW en Traunstein, en las afueras de Munich, ciudad que fue bombardeada masivamente. Prestó servicio entre abril de 1943 y septiembre de 1944. En este tiempo asistió al instituto de segunda enseñanza "Maximiliansgymnasium". A las preguntas de un superior, contestó que quería ser sacerdote. Estuvo luego, tras la instrucción básica, destinado en Austria, concretamente en la protección anti-tanque.

En 1944 comenzó su entrenamiento básico en Hungría, tomó parte en el "Reichsarbeitsdienst" que era un servicio de estrategia Nazi, donde él, junto con otros compañeros, construyeron sistemas para cerrar el paso a diferentes tanques de guerra. Ratzinger desertó en los últimos días de la guerra, pero fue hecho prisionero por soldados aliados en un campo cerca de Ulm en 1945. Como seminarista del seminario diocesano, entonces sito en Traunstein, hizo su examen de bachillerato en "Chiemgau-Gymnasium" en Traunstein.

Desde 1946 hasta 1951 Ratzinger estudió Teología católica y filosofía en la universidad de teología y filosofía de Freising, así como en el Herzogliches Georgianum de la universidad de Munich y Friburgo. Según sus propias palabras, sus mayores influencias filosóficas, después de un periodo de interés por el neo-Kantismo, fueron sobre todo las obras de Gertrud von le Fort, Ernst Wiechert, Elisabeth Langgässer, Theodor Steinbüchel, Martin Heidegger y Karl Jaspers. Igualmente, se refiere a Fiódor Dostoyevski como una fuerte influencia literaria. En su discurso final Ratzinger trató el tema: Cambio de pensamiento. En cuanto a los escolásticos, su interés se centró en San Buenaventura.